En memoria de Alvaro Becerra
Con ocasión de la presentación del libro “Yo ministro, testimonio de buen gobierno”, del recordado Alvaro Becerra Sotero, nuestro ex Canciller Oscar Maúrtua de Romaña hizo una sentida semblanza de quien fuera uno de los artífices de la reactivación de la industria peruana.
Don Fernando Belaúnde Terry siempre se preocupó por contar, como visionario y muy responsable jefe de Estado, con eficientes e inteligentes colaboradores para bien de las altas funciones que les encomendaba. Puedo afirmar que Álvaro Becerra no fue ninguna excepción. Todo lo contrario, resaltó por su capacidad, de la que puedo dar fe, pues durante los cinco años de su segundo mandato, tuve el honor de servir cercanamente con el extraordinario estadista que fue Belaúnde en la función de Secretario General de la Presidencia y a quien evocamos hoy con respeto y gratitud.
Álvaro, al momento de ser convocado como ministro de Estado, contaba con excelentes credenciales pues había tenido una exitosa carrera como presidente del Banco Industrial y también como dinámico empresario.
La publicación del libro, “Yo Ministro (1984-1985), testimonio de buen gobierno”, es un esfuerzo y una constancia de la fructífera gestión que desarrolló Álvaro Becerra y que, por la generosa disposición del presidente fundador de esta casa de estudios, se ha hecho realidad. Recoge, lo que propiamente es una bitácora de toda la vivencia ministerial que promovió Álvaro Becerra cuando estuvo al frente del Ministerio de Industria, Comercio, Integración y Turismo.
Álvaro formó parte de un gobierno que tuvo como una de sus tareas principales renovar los hábitos democráticos del país, luego de doce años de gobierno militar. Además de ello, hubo una serie de factores que comprometían en ese entonces el desarrollo del Perú: la crisis económica, la subversión vesánica, los desastres naturales, los sucesos del falso Paquisha, entre otros. Nuestro país necesitaba restablecer y fortalecer la institucionalidad así como el estado de derecho.
A pesar de este entorno desafiante, Becerra siempre se caracterizó por ser portador de buenas noticias. Estuvo rodeado de valiosos viceministros entre los que se encontraban Raúl Diez Canseco, Raúl Ortiz de Zevallos, Augusto Llosa Talavera, Vicente Silva y Carlos Velarde Escardó, entre otros, quienes eran jóvenes tecnócratas comprometidos con el bienestar de nuestra nación. Su posición respecto a la economía se alejaba de la ortodoxia y se aproximaba a la idea de reactivar la industria, y atender a los sectores más sensibles que emprendían negocios propios. Durante su gestión se promulgaron La Ley de la Pequeña Empresa y la Ley de la Promoción Artesanal. Otro hecho de importancia fue el traspaso de la cartera de Comercio, que tradicionalmente había sido parte del sector Hacienda, al Ministerio de Industria.
Su participación en el proceso de la integración andina estuvo marcada por su apoyo al proyecto del Presidente Belaúnde sobre la creación del “Peso Andino” como unidad de cuenta subregional de los países de la Comunidad Andina. Álvaro vio el potencial de la unión monetaria como una forma de superar el subdesarrollo y enfrentar mejor, como bloque, los vaivenes de la economía internacional. Desde que fue presidente del Banco Industrial, le apasionó esta visión y se sumó a los esfuerzos del gobierno por materializar este anhelo del presidente Belaúnde de que “América es la Patria”. Lamentablemente debido a las discrepancias de enfoque que radicaban en las diferentes concepciones de los países andinos, esta iniciativa, aunque se llegó a concretar, no perduró en el tiempo.
Otros logros trascendentes de su gestión para impulsar la economía del Perú fueron la firma de acuerdos comerciales bilaterales con Venezuela y Argentina; el Acuerdo Textil con los Estados Unidos; el pago de la deuda externa con productos con la entonces Unión Soviética; y los acuerdos comerciales y turísticos con España.
Señoras y Señores:
Han transcurrido 30 años desde entonces. Que grato es compartir el aprecio que todos sentimos por la memoria de Álvaro Becerra, quien siempre tenía presente que la primera obligación de un gobierno es hacer justicia legal y empeñarse en salvaguardar a las clases más necesitadas. Álvaro supo cumplir con eficiencia y honestidad la confianza depositada por el Jefe de Estado, pues incentivó una labor competente, que al mismo tiempo evidenció su profundo sentido social.
En todo este intenso trajín político siempre lo acompañó su querida esposa, Cocoa, a quien le agradecemos haber materializado el anhelo de Álvaro de transmitir sus experiencias, siempre orientadas al mejoramiento de la realidad peruana.
No deseo terminar sin reiterar nuestra felicitación a esta casa de estudios y en especial a su presidente fundador, Raúl Diez Canseco Terry, quien con su característica nobleza y espíritu de solidaridad, que siempre destacó Fernando Belaúnde, ha apoyado en la edición y publicación de esta obra, que sin duda, será de enorme utilidad para las nuevas generaciones de peruanos interesados en el quehacer público pues tendrán ahora a su disposición, un meritorio testimonio de buen gobierno.