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Prognosis de la diplomacia peruana

por Oscar Maúrtua de Romaña *

Publicado: 2021-07-26


La política exterior peruana no forma parte de un plan de gobierno particular, sino que se engrana dentro de las políticas de Estado con vocación de continuidad. Tiene trascendencia de permanencia en el tiempo, aunque reconoce las mutaciones que operan tanto dentro del escenario internacional como en el interno, por lo que se mantiene en forma concreta y evolutiva a través de los años. Es nuestra principal carta de presentación a nivel internacional y, de manera resaltante, aquella que nos ha situado en un espacio de principal y relevante consideración por nuestros pares en la comunidad internacional.

Este logro de reconocimiento es el resultado de una serie de acciones por parte de la Cancillería peruana por promover, a través de la diplomacia y el profesionalismo de sus funcionarios gestionando la proyección estratégica del Perú y de lo peruano.

Es por eso que la política exterior, debe ser conducida de acuerdo a una sólida convicción ética, dentro de la cual el compromiso irrenunciable y no-negociable con los valores de la libertad, la democracia, la legalidad, la legitimidad y los derechos humanos, constituye el norte esencial.

Inevitablemente, la nueva administración gubernamental en nuestro país dirigirá al Estado peruano hacia un nuevo enfoque con relación a la grave crisis política y humanitaria de Venezuela, que demanda una radical recuperación de condiciones democráticas. Esta no debe ser una opción ideológica, sino una aplicación eficaz de la realpolik, basada en el reconocimiento de la mutación de la realidad: tanto Estados Unidos como la Unión Europea están virando en su política hacia ese país, a la luz del fracaso de la orientación que predominó particularmente durante los años de gobierno de Donald Trump, que largamente ha demostrado su ineficacia, su intolerable costo humanitario y su efecto fortalecedor del régimen dictatorial de Nicolás Maduro, en vez de coadyuvar al logro de una transición pacífica hacia la redemocratización nacional. Esto implicará ineludiblemente redefinir el rol y la actuación del llamado Grupo de Lima, en el cual la diplomacia peruana ha venido cumpliendo un rol sustancial. Pero, hay que insistir, ese nuevo enfoque ante la crisis de Venezuela debe servir para reafirmar nuestro inquebrantable compromiso con los valores de la libertad, la democracia y los derechos humanos, y en modo alguno la claudicación de ellos.

Ese mismo empeño ético tendrá que ser reafirmado por el nuevo Gobierno peruano ante la creciente crisis autoritaria que enfrenta el pueblo de Nicaragua. Tal situación ha sido recientemente cuestionada, casi de manera unánime, por la OEA. El Estado peruano, fiel a sus tradiciones y al sustrato axiológico de su política exterior, votó a favor de la resolución aprobada por la OEA, evidenciando que reconocemos la existencia de una vulneración grave a los derechos humanos en Nicaragua, a contramarcha de algunos otros Estados latinoamericanos que se abstuvieron o votaron en contra de la misma.

Asimismo, cabe resaltar que las movilizaciones de manifestantes en Cuba, a través de las cuales reclaman, sin líderes identificados sino espontáneamente, ayuda humanitaria y libertades civiles, ante la crisis económica y sanitaria por la que atraviesa, agudizada por el bloqueo, es reflejo de una situación que requiere cambios con apertura, tolerancia y consensos. En esa tesitura, el suscrito ha realizado una invocación al actual gobierno a evitar una represión que pueda afectar los derechos humanos fundamentales, así como a la comunidad internacional, en especial a la ONU, la OEA, la FAO, la OPS, la OMS, entre otras, a prestar su urgente asistencia y solidaridad con el pueblo de dicha nación hermana.

En general, debemos orientar nuestro rol diplomático hacia fines constructivos y propositivos. Es decir, debemos tener un rol de bisagra evitando la confrontación y promoviendo una aproximación con los principales países europeos que deseen involucrarse en las diversas alianzas económicas que se vienen elaborando en nuestro continente. Debemos ser un puente entre nuestro continente y Europa, así como también, seguir confiando en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos que, a través del más reciente pronunciamiento por parte de su cancillería asegurando la transparencia y felicitando a nuestro Estado por nuestro rol democrático, ha reiterado ser una fuerza transcendente en la consecución de nuestros principales intereses sociales y económicos.

El Perú es avalado por una diplomacia inteligente y propositiva, por tanto, independiente. Esto ha permitido que nuestro Estado sea bien visto a nivel internacional por la fortaleza de sus instituciones y la protección de la democracia, permitiendo ser un objetivo para los principales inversionistas del extranjero y ser un modelo de estudio de crecimiento económico en la región.

Nuestra permanente y activa concurrencia en los principales debates en el Foro Asia Pacífico (APEC); Alianza del Pacífico y en la Comunidad Andina debe fortalecerse para permitir una operatividad estructural y económica estable. La reciente ratificación por el Congreso Nacional del Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP), demandará una dinámica concertación del gobierno y el empresariado para proseguir en nuestras crecientes exportaciones hacia la próspera cuenca del Asia Pacífico.

Es menester a su vez, reconocer que las alianzas con los principales aliados y Estados africanos no deben estar ausentes en nuestra política exterior. Si bien, la comunicación, coordinación y cooperación con África no nos otorgará resultados inmediatos, sí es cierto que es una apuesta sostenida y palpable de los beneficios que podemos tener a partir de un buen manejo diplomático y abierto entre las grandes economías y oportunidades que este continente nos ofrece.

Aunado a este orden de ideas, nuestra Cancillería recientemente enfatizó y abogó por modificar los parámetros de cooperación y ayuda internacional por parte de los países miembros de las Naciones Unidas. A su vez, reafirmó el compromiso del Estado peruano en torno al multilateralismo y la cooperación internacional para el desarrollo, tomando siempre en consideración, el enfoque inclusivo que es materia importante del Perú y que debe perdurar y acrecentarse en adelante.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es una entidad primordial que debe estar presente en nuestra agenda internacional por el ejemplo de intercambio de buenas prácticas que conlleva esta organización y que el Perú aspira alcanzar a integrar. La consecución de nuestra plena incorporación es una obligación para la nueva administración y que conllevaría el cumplimiento de nuestros objetivos en materia de desarrollo económico, social e institucional.

Desde el punto de vista jurídico internacional, el Estado peruano debe ratificar una serie de instrumentos internacionales, operativizar dichos instrumentos y revisar nuestros convenios internacionales para fortalecer nuestra soberanía, mejorar nuestro desarrollo económico y prevalecer los intereses del Estado peruano en vista de los obstáculos que han emergido producto de la pandemia. La Convención sobre el Derecho del Mar es una de esas deudas jurídicas que tenemos que saldar con la historia, procediendo a ratificarla pronta e incuestionadamente. Caso similar es el del denominado Acuerdo de Escazú, para cautelar los derechos ecológicos permanentes del Perú, lo cual se condice con la impronta conservacionista que auspician los inversionistas extranjeros.

A su vez, el Estado peruano debe aspirar a tener una presencia significativa en la Organización Panamericana de la Salud, así como la Organización Mundial de la Salud, puesto que la pandemia pone en evidencia nuestro deber frente al resto de la comunidad internacional de ser parte de los principales debates globales sobre políticas de salud. Esto nos permitiría aportar, con mayor fluidez y efectividad, a los esfuerzos internacionales por prevenir nuevos brotes pandémicos.

Otro aspecto a abordar es la presencia de la diplomacia en el interior del país y poder asistir al ciudadano peruano. Una diplomacia inclusiva, buscando que los programas de asistencia y donaciones internacionales puedan llegar a nuestra gente. Es esencial que Cancillería continúe descentralizándose para alcanzar los objetivos de incluir a más peruanos en las zonas más alejadas de la capital.

Con relación al sector pesquero, es necesario poder entablar una comunicación directa y fluida con las principales empresas depredadoras de diversas especies que, si bien, respetan los límites marítimos, sí pueden generar inconvenientes en nuestra biodiversidad obligando a tomar una postura proteccionista para el bien de nuestro ecosistema, flora, fauna y bienestar de la sociedad peruana.

Lo cierto es que estos resultados electorales y las acciones que se están tomando en general, está creando una polarización más profunda en nuestro Estado que, el siguiente gobierno, deberá tratar de remontar y de solucionar. Sin embargo, a nivel internacional, esta polarización también está presente, puesto que, contando al Estado peruano, serán más los países con una orientación a la izquierda política. Esto, probablemente, origine una colisión de intereses en algunos espacios de cooperación internacional, sin embargo, este es el momento perfecto para que el Perú actúe como bisagra en el continente sudamericano. Es necesario aprovechar la polarización para que el Perú sea un canal entre los Estados y se construya consensos. La diplomacia tendrá que alistar y afinar sus mejores estrategias para garantizar una conexión entre los demás Estados, puesto que este nuevo paradigma político peruano no puede aislarnos de nuestras obligaciones y alianzas internacionales, las cuales, deben permanecer activas.

Es concluyente que el Estado peruano tendrá una nueva orientación política en los años venideros. Sin embargo, eso no debe ocasionar un desprendimiento de nuestra política exterior. El Estado peruano es una nación emergente, pluricultural, multiétnica y con una diversidad ambiental única en el mundo, por lo que tanto nuestra política interna como internacional deben apuntar a la preservación y que nuestra población se incorpore justicieramente al estado de bienestar que se merece en educación, salud, saneamiento, seguridad, jubilación, entre otros. Adherimos por tanto, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que son metas de aceptación universal. Es necesario respetar nuestros acuerdos, nuestras obligaciones y afianzar nuestra presencia en las Organizaciones Internacionales en las que nos encontramos afiliados, pues esta condición es la que ha llevado a nuestro Estado a tener la gran reputación a nivel mundial que ostentamos y la preservación de este punto debe prevalecer por encima de cualquier cambio en el paradigma nacional.

Nuestra diplomacia debe orientarse a tener resultados prácticos y objetivos, debemos resaltar nuestras importantes alianzas y mejorar nuestro comercio con los principales aliados históricos peruanos, sin tener que instruir a nuestra diplomacia con un contenido ideológico que no convendrá a los intereses del Perú. Debemos tener en consideración, que los cinco años siguientes serán muy importantes y vitales para el Perú, ya que la vacunación nacional y recuperación económica serán los principales ejes y compromisos con la población sin descuidar la política exterior estatal que nos ha permitido paliar los devastadores efectos de la pandemia.

Es importante una Cancillería que esté a la vanguardia del desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC’s) que promueva un gobierno electrónico y abierto para avanzar hacia la transformación digital. Ello, sin duda, contribuirá a una mejor atención de nuestros compatriotas en el exterior y creará vías más directas y efectivas de comunicación y de solución de sus justos reclamos.

Se ha construido persistentemente una diplomacia de éxito y prestigio nacional y global que es valorada en nuestro bicentenario patrio e institucional, porque Torre Tagle nació con la república. Nos toca ahora, al inicio del próximo tricentenario, que la diplomacia, sustentada en el derecho internacional, incluya a todos los peruanos, sin distingos, con solidaridad con los que habitan en la costa, en los andes y en la amazonía, así como los que optaron radicar lejos de nuestra tierra, pero que todos tienen que verse convocados, involucrados y comprometidos con nuestra conducta exterior. Fuente: Cafeviena.pe

* Embajador, Presidente de la Sociedad Peruana de Derecho Internacional.


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El Mirador

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